Si has abierto una botella de vino y te ha llegado un olor extraño, como a huevo podrido, col o incluso a desagüe, es posible que estés frente a un vino reducido. Este tipo de defecto aromático puede confundir incluso a los aficionados más experimentados. La buena noticia es que no siempre significa que el vino esté estropeado. En muchos casos, tiene solución.
En este artículo vamos a explicarte qué es exactamente la reducción en el vino, cómo se detecta, cuáles son sus causas y qué puedes hacer para intentar recuperarlo. Todo con un enfoque claro, directo y práctico, para que salgas de dudas sin tecnicismos innecesarios. Si eres consumidor habitual o trabajas en hostelería, esto te interesa.
¿Qué significa que un vino está reducido?
Un vino reducido es aquel que presenta aromas desagradables causados por una falta de oxígeno durante su elaboración o conservación. Estos olores aparecen porque, en ausencia de oxígeno, algunos compuestos de azufre se transforman en sustancias volátiles que huelen mal.
Los aromas más típicos de un vino reducido son:
- Huevo podrido (sulfuro de hidrógeno)
- Ajo o cebolla
- Col cocida
- Goma quemada
- Cuero mojado o desagüe
Esto suele pasar en vinos embotellados muy jóvenes, en aquellos que han estado mucho tiempo en botella sin airearse o en vinos naturales sin filtrar ni clarificar. También puede deberse a una mala gestión del oxígeno durante la vinificación.
Cómo identificar un vino reducido de forma segura
Aquí van algunas señales prácticas para saber si un vino está reducido y no simplemente cerrado o en mal estado por otra razón:
- El primer olor es muy fuerte y desagradable, pero al mover la copa, el aroma mejora o desaparece.
- No hay signos de oxidación (como color marrón o sabor avinagrado), lo cual indica que no está picado.
- Si pruebas el vino, el sabor no es malo, pero el aroma molesta.
Un truco casero muy usado por sumilleres es introducir una llave de cobre limpia (o una moneda de 1, 2 o 5 céntimos de euro) en la copa. El cobre reacciona con los compuestos sulfurosos y ayuda a neutralizarlos. Si el olor desagradable se va en unos segundos, puedes confirmar que era reducción.
Qué hacer si tienes un vino reducido
No tires la botella a la primera. Aquí van soluciones concretas que puedes probar:
- Airea el vino con decisión
Sirve el vino en una jarra ancha o decántalo. Si no tienes decantador, agita la copa con fuerza. Cuanto más oxígeno reciba, más probable es que se disipen los malos olores. - Utiliza utensilios de cobre
Como mencionamos antes, el cobre ayuda a eliminar la reducción. Usa una moneda de cobre bien limpia (de 1, 2 o 5 céntimos) y remueve la copa durante unos segundos. - Calienta un poco la copa con tus manos
A veces, con el aumento ligero de temperatura, los compuestos volátiles se disipan. No es magia, es química. - Prueba con una aireación prolongada
Si el vino sigue con mal olor tras unos minutos, déjalo reposar unos 30–60 minutos antes de decidir si lo consumes o no. Algunos vinos jóvenes o naturales necesitan más tiempo para “abrirse”. - Evita volver a tapar la botella con el corcho original
Si no vas a terminarla, usa un tapón de vacío o un tapón limpio, pero evita el mismo corcho, ya que puede haber absorbido parte del olor.
Conclusión: la reducción en el vino no siempre es un defecto fatal
Saber qué es un vino reducido y cómo actuar puede ahorrarte disgustos, dinero y botellas desperdiciadas. Aunque su aroma inicial puede ser muy desagradable, muchas veces tiene solución con unos simples gestos. No es lo mismo un vino estropeado que uno que necesita oxígeno.
Recuerda: airear, calentar un poco o usar una moneda de cobre pueden marcar la diferencia. Y si el problema persiste, al menos sabrás reconocerlo y evitar futuras compras de vinos propensos a la reducción.